¿QUÉ HARÍAS TÚ SIN MÍ?
La afirmación: ¿Qué harías tú sin mí? es muy habitual oírla en boca de personas salvadoras o ayudadoras, aquellas que quieren recibir el amor y reconocimiento de los demás a través del ofrecimiento de su ayuda. Ocupándose de los demás niegan las atenciones que ellas mismas necesitan y que podrían proporcionarse. Esperando que sean los demás quienes les vean como un seres sacrificados e imprescindibles para sus vidas.
Pero ¿por qué actúan de esta forma las personas salvadoras?
Generalmente es:
Por miedo al abandono
La necesidad de gustar a los demás
Por una idea errónea de lo que significa amar
Falta de autoestima.
Este patrón de comportamiento llevará a estas personas a repetir el mismo guion toda su vida, es decir, ocuparse de los demás para no ayudarse a sí mismos. Si se desea salir de este círculo vicioso y empezar a ayudarse a sí mismo, vendría bien tener en cuenta alguna de estas herramientas:
Practica el autoconocimiento: reconoce creencias internas, reconoce tu lado oscuro, descubre las carencias personales que te empujan a actuar como salvadora.
Reconoce y supera el dolor del pasado: la relación con tus padres, parejas y amigos. Deja de idealizar situaciones que crees que te aportan algo, porque no es cierto.
No te obsesiones con tu pareja: aprende a expresar tus sentimientos sin miedo a mostrarte como eres. No esperes que tu pareja responda como tu querrías a tus atenciones y coméntale que esperas y que puedes ofrecerle para mejorar la relación.
No hagas falsas interpretaciones: no leas pensamientos del otro ni saques conclusiones que no existen, ¡solo están en tu cabeza! Pregunta, comenta, conversa pero no interpretes a tu libre albedrío situaciones que no son como crees.
Busca tu propio espacio: haz actividades nuevas y relaciónate con otras personas desde la “no necesidad” de agradar, atender o ayudar. Enseña tu verdadero yo y descubre cómo te aceptarán y querrán sin necesidad de ofrecer constantemente tu ayuda.
¿Eres de las personas que dicen?: ¿Qué harías tu sin mí?
Estas buenas praxis sólo se pueden llevar a cabo si las personas salvadoras o ayudadoras se dan cuenta de su rol en la vida, y por experiencia, puedo decir que ni tan siquiera diciéndoselo lo aceptan. En principio no se lo creen, posteriormente lo desmienten, pero una vez reflejado, al intentar cambiar, hay un gran salto al vacío, pero con una gran recompensa final, la liberación del autosacrificio.
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